Madrid, como el resto de grandes capitales del mundo, aglutina usos, costumbres y recetas de todas las culturas y latitudes. Pero como la ciudad asimila lo ajeno con total naturalidad, a veces cuesta distinguir lo que es genuinamente suyo. En Navidad, por ejemplo, los escaparates de sus pastelerías se llenan de turrones, polvorones, mantecados, mazapanes, guirlaches o panetones. Pero no hay nada tan madrileño como un roscón de Reyes (¡al menos, de momento!).
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